El jueves pasado, en el marco del taller que tuve la oportunidad de facilitar en Adegi bajo el título “Equipos de Innovación: nuevas soluciones a través de la cooperación”, tuvimos la oportunidad de reflexionar y compartir entre los asistentes, sobre los elementos que favorecen o inhiben la innovación a través de la cooperación y cómo poder activarlos: bien sea por acción directa (depende de nosotros) o indirecta (depende de cada una de las personas del equipo, pero podemos facilitar la creación de contextos donde sea más probable que surja).
Porque si bien la teoría dice que acompañados llegamos más lejos…
¿es siempre así?
Y, ¿si, además, el propósito de ese equipo es llegar a un escenario cuya meta, a priori, no sabemos exactamente cómo es?Es decir, ¿su propósito es crear soluciones nuevas, innovar?
Partiendo de una reflexión previa de puesta en valor de las ricas y variadas experiencias de las personas que nos unimos, iniciamos un pequeño viaje hacia los entresijos de la cooperación.
Si lo que buscamos son resultados que trasciendan las capacidades individuales, parece que tenemos que crear contextos donde sea posible que:
Las personas puedan y quieran trabajar en interdependencia para avanzar hacia el objetivo:
No vale un cortar-pegar de la parte de cada uno, necesitamos, a partir del trabajo individual, construir en conjunto. Sumando, añadiendo, dándole vueltas… para entre todos, crear algo nuevo.
El conocimiento que tenemos da respuesta a los retos a los que estamos dando respuesta, pero los retos que se nos plantean (bien sea por cambios nuestros o bien por cambios del entorno) requieren de nuevo conocimiento. Necesitamos construir juntos: con metodología, con conversaciones generativas, con avances, aprendiendo de los errores, pivotando para encontrar el rumbo para seguir avanzando,…
Las personas se abran a la posibilidad de aprender de los demás:
Desde la humildad de saber que si bien tienes mucho y valioso que aportar (conocimiento, experiencia, habilidades, una determinada de abordar la resolución de problemas y la toma de decisiones), lo que puedan mostrarte y aportar otros es también mucho, y por tanto, un regalo. Buscando complementariedades desde la potencia de cada miembro.
Así, un desencuentro, una opinión diferente… más allá de llevarnos al conflicto (la madurez de las personas y los equipos nos lleva a no quedarnos en el conflicto, sino a indagar lo que hay detrás del mismo), puede ser una oportunidad de ver una parte de la realidad que desde tu perspectiva no es apreciable. La actitud de “ayúdame a entender qué es lo que observas en esta situación” es la que nos lleva un paso más allá. Es el paso que nos lleva a ver y considerar variables de la ecuación que no veíamos y que pueden ser la llave de accionamiento para las nuevas soluciones.
Las personas nos corresponsabilicemos tanto de mi propia actuación en el equipo, como del resultado del equipo y lo que el mismo necesita para seguir avanzando.
Es decir, ¿nos mojemos? Porque, evidentemente, yo tengo que asumir mis responsabilidades, aportar mis conocimientos y realizar aquellas tareas que me han sido asignadas y que me he comprometido a realizar. Pero con el entregable correspondiente no termina mi responsabilidad, porque el equipo no es otra cosa que el resultado de lo que entre todos hacemos. Y por tanto, yo soy también co-responsable (junto con los demás) de hasta dónde somos capaces de llegar entre todos, y soy co-responsable de facilitar que otros miembros también puedan y quieran aportar.
Ayudándoles a avanzar en un momento dado en la tarea, ayudándoles a sentirse integrados y con un lugar en el equipo, ayudándoles a aportar, y en algunos momentos, también permitiendo que me ayuden, dejándome ayudar, para sumar y avanzar. Porque el equipo es un dar y recibir que nos ayuda a crecer a todos, lo cual nos beneficio a cada uno de nosotros individualmente, pero también al equipo.
Coincidimos en que un contexto como el señalado anteriormente parece deseable y prolífico para generar resultados diferentes. Pero, ¿cómo poder favorecer este tipo de contextos?
¿Cómo lograr que en mi equipo haya “más de esto”?
Tomando primero consciencia de que hay elementos sobre los que podemos incidir directamente (conocimiento mutuo, definir valores y normas,…), y otras, que pertenecen y provienen de la voluntariedad de las personas que integran el equipo (compromiso, responsabilidad, engagement,…).
¿Quiere decir por tanto que poco podemos hacer?
En absoluto, significa que debemos trabajar para cultivar el tipo de terreno donde las semillas puedan germinar y florecer. Qué hacemos en el día a día del equipo, teniendo en cuenta que éste pasa por diferentes fases, tanto en lo que respecta a la tarea como a las personas y las dinámicas que entre estos se generan, es lo que realmente marca la diferencia.
Si en el equipo se promueve la productividad, la corresponsabilidad y el compromiso, como valores que se construyen en la acción y en la relación, como algo palpable, no como manifiesto decorativo, es donde podremos realmente lograr el resultado ansiado.
Porque los equipos son un sistema socio-técnico, y como tal, se deben trabajar en paralelo:
El avance de la tarea: Para dar respuesta a una situación concreta, es necesario dedicar tiempo y esfuerzo a la misma. Es decir, logramos resultados poniendo foco y trabajando sobre la tarea: poniendo objetivos, definiendo estrategias, implementando, valorando resultados, aprendiendo, afinando y volviendo a implementar.
Un círculo virtuoso en el hacer que nos ayudará a avanzar, y alcanzar nuestros objetivos.
Dinámicas de equipo: Pasar del yo al nosotros implica una decisión activa de cada miembro. Una decisión que debemos facilitar creando contextos de seguridad donde surge la confianza (tanto en la potencia del equipo como en el respeto a la persona y a la diversidad de tareas y opiniones) y posibilidad de aprendizaje y desarrollo personal.
¿Cómo? Trabajando en la construcción (no surge de forma espontánea) de contextos donde cada uno encuentre su lugar, contextos donde se ponga en valor la potencia del equipo a partir de la diversidad (conocimientos, experiencias, habilidades y comportamientos) de sus miembros, un entorno donde definamos los límites y las formas de trabajar, y a partir de ahí, dejemos libertad para trabajar, aportar, construir.
Y si bien tendemos a ir al hard, a lo tangible, al método, a la tarea,… no nos podemos olvidar del soft, de todos aquellos intangibles que no se recogen en los documentos que el equipo va construyendo… pero que se sienten y perciben con mayor o menor intensidad y que constituyen los pilares sobre los que se sustenta el resultado proveniente del hard.
Porque el uno sin el otro no funciona…
porque no hay nada como la pérdida de tiempo y la sensación de no avance para generar conflictos interpersonales, mala comunicación y malestar
y no hay nada como la no consideración de las personas y la inseguridad que esto produce para que el resultado de profesionales excelentes sea “para cubrir el expediente”
Y si el objetivo es la innovación a través de la cooperación; un plus de calidad, un paso más, un cuestionar lo conocido… necesariamente debemos evitar tentaciones simplistas.
Una consideración completa de la complejidad de la realidad de los equipos es lo que nos acercará a esas nuevas soluciones, ese plus que nos aporte esa ventaja competitiva que nos permitirá seguir avanzando.
La intensa sesión de 3 horas finalizó con muchas preguntas en la cabeza de los asistentes, pero, en palabras de ellos, con la sensación de tener algunos recursos que antes no consideraban para avanzar en sus respectivos equipos, en sus respectivos departamentos de I+D, en sus respectivos retos… ¡objetivo cumplido!
Muchas gracias a Adegi por darme la oportunidad y a los asistentes por preguntar, compartir, y permitirnos a todos seguir aprendiendo. Porque realmente, entre todos somos capaces de llegar más lejos.
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