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Relaciones simbióticas o parasitarias

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cooperacion
Foto: PIXABAY

No siempre es fácil cooperar. Además de un buen arranque, con un cúmulo de buenas intenciones y aspiraciones, lo que hacemos en el proceso afianza (relaciones simbióticas de ganar-ganar o relaciones de interdependencia) o consume (relaciones parasitarias no equilibradas desde la dependencia) el espíritu con el que esa colaboración surgió. Porque la cooperación, que tiene como objetivo el avance de la tarea para llegar al objetivo,  surge de elementos tales como:

la confianza, en la potencial del equipo y en las oportunidades de crecimiento que aporta a las personas,

la forma de trabajar del equipo, que determinan la eficacia y la calidad de los pasos que damos

y la construcción conjunta de un estilo de hacer, una identidad y una forma de estar en ese equipo.

Que a su vez facilitan que se construya un contexto donde afloran:

el liderazgo compartido, donde se relevan responsabilidades y energías, en la medida que la tarea lo requiere

dar un lugar a cada uno, reconociendo y permitiendo actuar desde sus capacidades, lo que le hace especial y valioso para el equipo

 Nuevas soluciones, dado que somos capaces de verdad, construir sobre lo que sabemos, y no tanto, quedarnos en lo que ya sabemos.

Elementos potentes y frágiles a partes iguales.

Potentes porque cuando están presentes, la magia de los equipos se despliega y sus efectos se aprecian en las personas y en los resultados que la suma de capacidades diferentes pueden llegar a alcanzar.

Frágiles porque cuando hay comportamientos que van en contra del nosotros al anteponer el yo, y por tanto rompe el espíritu primario con el que surgió, las alas se ven replegar rápidamente y las tensiones de los objetivos individuales y egoístas. Tensiones que buscan:

sokatira

maximizar a costa de otros  el resultado de una de las partes – quiero un trozo mayor de la tarta a tu costa

aumentar las cotas de seguridad – ante la duda no me expongo, no arriesgo e incluso no me muestro

o el no esfuerzo – hago lo mínimo posible sabiendo que el resultado es mediocre y poco más “para no desentonar”

Hay una fina línea entre cooperar y el uso y el abuso, entre ayudar y aprovecharse, entre delegar y descargarse de trabajo y responsabilidades, entre pedir ayuda y poner en un compromiso,… el equilibrio… la fina línea del medio.

Y una evidencia palpable en los equipos de si hay relaciones simbióticas o parasitarias: pues se observa una voluntad de remar todos en la misma dirección, de sumar fuerzas, frente a una tensión de soka-tira, donde cada uno tira para su lado, y la suma de lo que construimos entre todos es mediocre, en tanto en cuanto, las fuerzas se van por el sumidero de los conflictos personales. Conflictos que ocupan el lugar de lo que realmente ocurre, el avance de la tarea, la calidad necesaria del trabajo tanto individual como de equipo, de tener claros el marco, intereses individuales y colectivos, propósito y condiciones de esa cooperación.

Así, Stephen Covey hablaba de un elemento indispensable para la cooperación: la interdependencia que sólo se puede construir desde la independencia. Así, define diferentes etapas en la madurez de las personas. Un continuum en el que nos movemos:

interdependencia
Stephen Covey

Dependencia – TU -: Te necesito para conseguir mis objetivos

Independencia – YO – : Consigo mis objetivos gracias a mi esfuerzo

Interdependencia – NOSOTROS – : Combino mis esfuerzos con los esfuerzos de otros y así, ambos, logramos mayores logros.

Le interdependencia requiere de madurez y responsabilidad. Madurez y responsabilidad que sólo desde la conquista contigo mismo por la independencia, el ser capaz de hacerlo por tus medios, te facilita. Porque el unirse a otra persona para cooperar es una elección, no la única posibilidad.

Una persona que sintiéndose independiente (requisito previo necesario), toma la elección consciente de dar un paso hacia otra(s) persona(s) para sumar fuerzas, desde la diferencia, y apoyarnos mutuamente.

Podría hacerlo (al menos una buena parte) por mi mismo, pero somos conscientes que juntos llegaremos más lejos, porque hay algo en lo que percibimos que nos complementamos, creando una suma de capacidades y posibilidades que nos enriquece a ambos.

Así, decidimos poner de manifiesto lo que podemos aportar (damos, y por tanto ponemos las necesidades del otro en la ecuación), pero también nuestras necesidades y anhelos (damos sin desaparecer nosotros de la ecuación) . Porque la transparencia en las intenciones y propósito es una sólida piedra en la construcción de la base de esa cooperación (piedra angular en la confianza). Porque para crear una relación ganar-ganar hay que tener en cuenta todos los elementos de la ecuación: los tangibles y los intangibles; los tuyos, los míos, y los nuestros; lo que se ve… y no se ve pero se percibe;… para que lo que parecía simbiótico, no resulte ser en último término parasitario, y por tanto, podamos:

llegar realmente donde individualmente no podríamos (o a duras penas llegaríamos)

aprender y crecer en el proceso, porque me permites aprender de ti y tú aprendes de mí

oaz coaching para el cambio - donostia

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