¿Qué hace que yo adquiera un compromiso con algo?
¿Qué hace que nos mojemos, que demos ese plus de esfuerzo que hace que arrime el hombro ante un trabajo o proyecto, ese plus que separa un trabajo de calidad media a uno realmente bueno?
A mi como persona y profesional, me lleva a mojarme en los proyectos en los que…
siento que progreso y aprendo – aprendizaje
siento que me permite asumir mayores cotas de autonomía y responsabilidad – autonomía
siento que contribuyo a algo con mi conocimiento, habilidades y esfuerzo – contribución
siento que cuentan conmigo, que importo – reconocimiento
Me mojo y me comprometo (decisión propia) con aquello con lo que percibo que tengo oportunidades de crecer como persona y profesional.
Todos queremos aportar, bien sea porque nos sentimos mejor con nosotros mismos al sentirnos “útiles”, bien porque pueda ser una vía posible de reconocimiento por parte de mi entorno, bien porque es mi manera de contribuir a construir algo que transcienda de mi mismo.
Ahora bien, lo hacemos, nos mojamos y “arriesgamos” aportando ideas, mostrando iniciativa,… siempre y cuando estos sean bien recibidos, nos sintamos en territorio amigo.
¿Cómo un líder puede propiciar que se cree ese entorno en el que yo como trabajador me implique?
¿Cómo conseguir que yo decida dar ese paso? ¿Que yo sienta que avanzo en la línea que acabamos de señalar?
Pues con una mezcla entre dejar un espacio para hacer y contribuir, y darme luz sobre lo que me ayuda a mejorar como profesional.
Compartiendo nuestro propósito y misión, el para qué, dando sentido al proyecto de empresa/departamento/proyecto en el que estamos involucrados
Ofreciendo una visión y orientación clara que nos de luz en el día a día. El día a día nos absorve, desde lo micro es difícil ver lo que realmente es importante o no, lo que nos lleva o no a un determinado escenario o futuro deseado… es como conducir con luces cortas… a veces necesitamos dar las largas (comunicando, recapitulando, relacionando lo micro con ese propósito y objetivos más macro, desde esa capacidad de ver en conjunto la organización) para situarnos en el mapa y orientarnos. Orientarnos y poder tomar decisiones y priorizar. Porque no siempre por más hacer se llegar más lejos… Hacer sí, pero con cabeza.
Dar a cada uno un espacio, un área de contribución en esa construcción de ese futuro deseado. Un área de trabajo donde yo, desde mis capacidades y fortalezas, pueda aportar.
Indicándome qué se espera de mi, marcándome objetivos claros, alineados con esa visión (luces largas), pero dejándome organizar mi trabajo, el cómo llegar a ese objetivo. Permitiéndome contribuir.
Y dándome feedback, indicándome lo que sí está ayudando a avanzar, para reforzarlo, y qué no está ayudando, para corregirlo. Siempre de manera constructiva, siempre tendiendo la mano para avanzar a la persona, y al proyecto.
Compartiendo y actuando de manera coherente e integra. No puedes pedir lo que no ofreces…
Generando un espacio donde compartir, de confianza, donde poder acudir en caso de ayuda, guía o conflicto. Donde más que dar la solución, nos escucharán y aportarán su punto de vista.. no la única, no la mejor… distinta, complementaria… nuevas preguntas que arrojen luz.
En definitiva, una actitud de estar al servicio de sus colaboradores, para que estos puedan realmente aportar todo su saber hacer. Una actitud de servicio que contribuye a engrandecer a aquellos que tiene a su alrededor…
Porque la única forma de recibir es empezar dando.
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