Asumámoslo… tendemos a sentirnos el centro del Universo. Vemos lo que nos pasa dando por válida “la película que nos hemos montado” en lugar de asumir la realidad de lo que está sucediendo. A veces somos capaces de tomar cierta perspectiva… recordando que no, que en realidad el Universo y la realidad son mucho más amplias y que más que tener un centro es la suma de múltiples interaccciones interdependientes a múltiples niveles… pero a la mínima volvemos a convertirnos en el centro de nuestro Universo. Y claro,
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¿cómo reconocer que eso que te está haciendo daño no depende tanto de fuera como de las consecuencias de algo que estoy haciendo (o no haciendo), sintiendo (o no sintiendo), o pensando (o no pensando)?
- ¿que aquello que identificas como problema no es más que la consecuencia de otras que para ti ni existen en el mapa de tu realidad?
A veces porque nos sentimos muy importantes, capaces,… ¡cuasi indestructibles! y otras porque nos sentimos muy poquita cosa, distorsionamos la realidad, ¡que da gusto! Y nos montamos una película más parecida a la ciencia ficción que a la realidad “más objetiva”. Tenemos ángulos muertos que no alcanzamos a ver… ¡aunque a veces sean evidentes para otros! Ángulos muertos que no alcanzamos a ver ¡para bien y para mal!
Y ahí entra el valor de las personas que te rodean (o en su defecto un profesional que te ayude), de aquellas que te pueden a poner los pies en la tierra y bajarte de esa burbuja en la que te has montado y ayudarte a ver la parte de la escena que tú no alcanzas a ver,.. el valor de aquellos que te ayudan a asumir la realidad, a poner nombre al elefante que hay delante tuyo ¡y que tú no estás teniendo en cuenta!
Un proceso de toma de consciencia, de poner los suelos en la tierra, de asumir la realidad y ser un poquito más objetivo, porque sino, desde esa posición incompleta, y muchas veces irreal que te has montado….
Porque desde ahí …
difícilmente se pueden tomar decisiones adecuadas…
es como darse contra un muro invisible… pero que duele…
las consecuencias nunca son las que pensábamos ¡ni las que deseábamos!!
Vale bien, puede que algo de eso haya…, pero ¿y en qué me pueden ayudar?
Bajarte los humos
No hay nada más pernicioso que tener un séquito de personas que te alaban. El reconocimiento no tiene nada de malo, ¡faltaría más!… cuando es sincero. Pero cuando tu posición de poder (formal o informal) hace que quieran acercarse y que les aceptes, y te dicen lo que haces bien (supongamos que es verdad ;-)) pero no lo que no haces mal (no hay nadie perfecto…) … la balanza se desequilibra… el ego empieza a hincharse… nos gusta lo que nos dicen y ¡nos lo queremos creer!…¿a quién le amarga un dulce?… y empezamos a distorsionar la realidad… haciendo que nuestro orgullo nos ponga ante nuestros ojos una realidad de color de rosa (sobre todo en relación a lo que somos y hacemos ¡nosotros!) que dista cada vez más de la realidad.
Distorsión de la realidad que nos lleva a tomar decisiones, sin medir bien las fuerzas reales, y que pueden tener graves consecuencias personales, profesionales, interrelacionales y de empresa.
Distorsión que nos lleva incluso a poder creernos estar por encima del bien y del mal y desfigurar las líneas entre lo éticamente correcto y no…
Empoderarte
A veces el miedo te paraliza, los fantasmas cobran vida, ¡y tu voz interior no hace más que machacarte! Y es que nos sentimos TAN PEQUEÑITOS… que congelamos nuestras capacidades y fortalezas… y nos sentimos David frente a una realidad del tamaño de Goliat…
¡Pero ni tanto ni tan calvo! Que todos tenemos un camino trazado, que en ese camino hemos andado… y tropezado… y aprendido… y sin darnos cuenta ¡hecho camino! y eso no se hace sin ninguna capacidad de nada…
Reequilibrar nuestra percepción, poner en valor nuestro camino realizado… que sí, que es verdad, que aún queda,… ¡pero que si hemos llegado hasta aquí es porque hay capacidad! Y poner foco en las fortalezas de cada uno, y poner en valor las experiencias y aprendizajes… y tomar aire… y ¡seguir avanzando! Porque a veces sólo necesitamos repostar y tomar impulso… y que nos ayuden a poder respirar (señal de que algunos miedos aflojan y oprimen el pecho)… ¡para seguir haciendo kilómetros!
Identificar tus propios límites
Porque la realidad es finita… porque o bien por tu nivel de conocimiento, por propia personalidad, por niveles de interés o esfuerzo que deseas invertir en algo, por nivel de fuerzas, por aspectos económicos,…tienes que funcionar dentro de unos límites.
Otra cosa es que lo veamos o no… lo hayamos reflexionado o no… o si los hemos puesto nosotros o si hemos dejado que nuestros límites los hayan fijado otros… La cuestión es que límites hay siempre,… un ejercicio de sinceridad con uno mismo identificando los límites dentro de los cuales sí se puede manejar… hasta dónde estás dispuesto a llegar… nos ayuda grandes dosis de esfuerzo inútil y dolor.
¿Y qué consecuencias tiene esos límites que nos vienen dados de serie, o del entorno? ¿Y aquello que ponemos nosotros?
Una consecuencia colateral de esto también suele ser que lo que vemos no nos guste y decidamos modificar algunos límites… qué estoy dispuesto a tolerar o no… y eso implique una serie de cambios en mi entorno… Tema sobre el que podríamos hablar largo y tendido, pero que lo dejaremos para un futuro post.
Ver la situación desde otro punto de vista
Porque la teoría es fácil… pero la práctica no tanto. Y nos enganchamos emocionalmente a una visión, a un relato de la realidad que nos hemos creado… ¡y cómo nos cuesta dar por buenos otros elementos que contradigan esta realidad!!! Es más. nuestro cerebro está preparado (y lo hace estupendamente) para ignorar y descartar todo aquello que no encaja dentro de los aprendizajes adquiridos. Cuestión de economía.
Y a veces necesitamos que nos pongan el espejo, que enciendas las luces donde hay penumbra, o que simplemente nos digan lo que otra persona está viendo… ¡Ai ama, si había un pedazo elefante en la sala!!!!!!!!!!!!
Priorizar
Porque a veces nos paraliza tanto análisis… ¡y nos enredamos!
Porque otras veces la acción nos atrapa… ¡y acabamos corriendo como pollo sin cabeza! cayendo en la trampa de estar ocupados en hacer… ¡sin saber realmente qué hacemos ni para qué! Simplemente estando ocupados…
Tomar perspectiva, recordarnos para qué queremos hacer las cosas… y a partir de ahí priorizar.
Volver a colocar la brújula en la posición correcta… y poner cierto orden en el caos diario… ¡y sobre todo en nuestra cabeza!
Ayudarte a marcar una hoja de ruta
Y es que a veces sabemos dónde estamos… sabemos dónde queremos llegar… ¡pero es que no somos capaces de encontrar la hoja de ruta! y a veces necesitamos que alguien nos ayude a centrar el tiro e idear la forma de materializar eso que queremos conseguir. Transformar las ideas en un proyecto, y el proyecto en un plan de acción.
¡Pero si es más fácil que el triple salto mortal que parecía que tenía que dar!!!
Hoja de ruta clara + atención y esfuerzo centrado + empezar a dar pasos… ¡la mejor forma de llegar a donde queremos!
Sostener cuando las fuerzas flaquean
Y es que hay un momento en todo camino que has perdido de vista lo que eras (y donde estabas), pero aún no llegas a vislumbrar aquello que deseas alcanzar… y necesitas que te digan… ¡vas bien, sigue así, no te has perdido en este laberinto, es parte del camino! Quitando culpas, quitando vergüenzas, aceptando esta parte del aprendizaje que nos ofrece el camino…Y mantenernos en el sendero… sin coger atajos que nos evaden… ¡pero que no nos llevan a ninguna parte!!!
Y volver a repostar para seguir haciendo kilómetros… hasta la siguiente parada o estación…
Básicamente, una llamada a que te reequilibres, te centres, asumir la realidad… y ocupes tu lugar, pero desde una manera sana y positiva, desde donde sí se puede hacer camino, generando aprendizaje, positividad y resultados satisfactorios tanto para ti como para quienes te rodean… porque capacidad hay, de eso no me cabe duda.
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La entrada ¿Y a ti quién te pone los pies en el suelo? aparece primero en OAZ Coaching para el cambio.