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La trampa de las historias de héroes y villanos

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Nos encantan y vivimos contándonos historias de héroes y villanos. Hemos crecido en una cultura donde nos han contado que había buenos muy buenos y malos muy malos, aun sabiendo que casi nunca (por no decir nunca) hay blancos y negros en esta vida llena de matices y en la que transitamos más entre las gamas de grises que en el blanco puro o el negro más negro.

Omitimos que esa historia habrá sido contada por los vencedores y, por supuesto, su actuación no tiene tacha alguna. También puede ser una historia contada por el bueno que ha sido víctima del malvado opresor.

Héroes y villanos, buenos y malos, conmigo o contra mi. Historias que hablan de la polarización extrema, historias que hablan del pulso que existe entre dos partes. La historia de un pulso que… perdona, ¿de dónde venía todo esto? Y es que un acto más o menos importante, cual gota que colma el vaso, desencadena un sin fin de acontecimientos desproporcionados si valoramos la gota. El vuelo de la mariposa que provocó un huracán en la otra costa del océano pacífico.

Los acontecimientos más escalofriantes de la historia, los problemas que se enquistan a veces en las empresas, los conflictos que vivimos en nuestra vida,… cuando se analizan de dónde surgen, las posturas iniciales… te llevan a ver que la escalada es una suma de sinrazones, una suma de malos entendidos, de una suma de pasiones encontradas. ¿Había cero razones? No, claramente no, pero lejos de justificar el impacto y consecuencias generadas.

Porque las historias de héroes y villanos llevan a la polarización absoluta de un desencuentro que muchas veces tiene que ver con no haber dedicado tiempo suficiente a entender al otro, desde la curiosidad genuina y voluntad de buscar encuentros, puentes. Puntos de encuentro que si verdaderamente hubiéramos tratado de encontrarlos, nos hubiésemos dado cuenta que estaban mucho más cerca de lo que creíamos. Porque sí, igual teníamos una diferente forma de entender lo que había que hacer (conflicto de tarea o ideas), o cómo había que hacer (conflicto de proceso), pero nada remotamente y absolutamente nada insalvable.

Los conflictos de tarea y/o de proceso, están asociados a la tensión creativa y estrechamente vinculado con los procesos de mejora e innovación, en tanto en cuento rompen con el pensamiento grupal, permitiendo a las personas y los equipos indagar y tal vez encontrar, otros puntos de vista o maneras de hacer.

No obstante, es necesario que entre las personas o el equipo, tengan la capacidad de dialogar desde la apertura hacia la diversidad, para escuchar, considerar, debatir de manera constructiva sin tomarlo como amenaza,…. Es decir, debe existir respeto y apertura hacia el otro, así como una dosis de espíritu crítico tanto a las ideas propias como a la de los compañeros. No ser capaz de mantener conversaciones positivas, puede desembocar en un conflicto relacional, o hacer emerger alguno preexistente.

Los conflictos sociales o relacionales son siempre negativos para los equipos, y es necesario gestionarlos cuanto antes. Activan dinámicas de poder, influencia y dominación que suelen tener un coste personal importante.

Nada insalvable, dos posturas encontradas con intenciones genuinas (y tal vez hasta coincidentes o complementarias) que tal vez no acertaron con las formas, que no pusieron suficiente empeño, que sin darse cuenta les llevó a alejarse cada vez más. Y es que muchas veces lo convertimos en insalvable cuando la incapacidad de resolver de manera efectiva un conflicto de ideas o de proceso la trasladamos al conflicto de relación. Y en ese punto entramos a contarnos las historias de héroes y villanos.

Cuando la realidad y la historia (no el relato fácil, sino esa que hurga en las raíces) se ha encargado de mostrarnos una y otra vez que ni los buenos son tan buenos ni los malos tan malos, que todos tenemos entre nuestro haber acciones buenas y no tan buenas, intenciones buenas bien articuladas, y buenas intenciones que no supimos aterrizarlas en las acciones correctas de la forma correcta. Es decir, que somos humanos, simples mortales con nuestras luces y nuestras sombras.

Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo. Aristoteles. Conflictos. La trampa de las historias de héroes y villanos. OAZ Coaching para el cambio

Dado que poco podemos hacer en los conflictos macro, pero todos tenemos la posibilidad de mejorar nuestro entorno más cercano, te propongo un simple ejercicio:

Piensa en cualquier situación polarizada, cualquier situación en la que te hayas visto inmerso en este tipo de historias de buenos y malos, y de la que cuentas una historia en la que eras el bueno buenísimo, con radical sinceridad (esto es sólo para ti), ¿realmente no hay nada antes, durante o después que consideras que podrías haber hecho de otra manera? ¿nada que si te pones en el lugar de la otra parte, pudiera haber dado lugar a error, o nada que pudiera haber ayudado a crear un puente, un entenderse mejor, un reducir distancias?

Yo claramente sí, veo muchas situaciones en las que a toro pasado (porque en el momento las emociones me llevaban a tener el 100% de la razón, por supuesto), me doy cuenta que podía haber hecho algo que no hice, que podría haber hecho algo que hice, de manera diferente, haber hecho más de algo que sí hice,…

Y sí, los otros también metieron la pata, pero yo también. Lo que hicieran los otros no quita que yo también podría haber hecho las cosas mejor.

Que tire la piedra el que se sienta libre de responsabilidad.

Porque esa es la palabra, responsabilidad. NUNCA es TODO responsabilidad de una sola parte, de una sola persona, de una circunstancia concreta. Me temo que SIEMPRE hay una responsabilidad compartida. No necesariamente al 50%, pero si considero que mi responsabilidad era 0 o cercana a 0, sería bueno que me lo hiciera mirar. Porque puede ser señal de alguna responsabilidad que no estoy queriendo asumir y estoy haciendo vejación de la misma.

Porque lo verdaderamente triste es que a pesar de que somos diferentes, pensamos, sentimos y hacemos de manera diferente, cuando dos personas, dos grupos, dos posturas se sientan para buscar (de verdad) entenderse mutuamente, las personas descubrimos que hay mucho más lo que nos une y nos «iguala» que lo que nos distancia y nos «deferencia».

La entrada La trampa de las historias de héroes y villanos aparece primero en OAZ Coaching para el cambio | Olaia Agirre.


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